Tantas son las variables que determinan el rumbo de este tormentoso mundo, que cuando busco palabras de aliento, ánimo y utilidad para unos jóvenes recién graduados del bachillerato, me percato de que no hay frases ni momentos suficientes para poder decirles cuánta ilusión y cuánta esperanza me inspiran, todo lo que temo por ellos, y la cantidad de lecciones aprendidas durante casi cuatro décadas de vida, que quisiera transmitirles.
El mundo es un lugar lleno de claroscuros que, a veces, parecieran configurar un engañoso panorama en el que no existen ni el bien ni el mal, pero que mirándose con mayor cercanía y cuidado, nos muestran que aquello que en apariencia es gris, en realidad es una mezcla de numerosos blancos y negros.
Hay quienes les dirán que el aparente gris de los hechos del ser humano, los desautorizan a realizar juicios de valor sobre los mismos. Eso es como negarles que tienen una conciencia que les advierte cuando algo es correcto o incorrecto, o exigirles que no pongan en práctica ningún código moral.
Los partidarios del culto a la moral gris, también llamados relativistas, les dirán que lo que es bueno para unos bien puede ser malo para otros y viceversa, por lo que todos debiéramos abstenernos de realizar juicios de valor sobre las acciones de otros, aceptándolas cual si no las existiesen realmente viles y crueles.
Por ello, y no sin antes advertirles que podría equivocarme por completo en lo que les digo, me atrevo a alentarlos a que nunca callen lo que piensan sobre lo que ven; no juzguen a la gente por su apariencia o por el grupo al que pertenezca, sino por sus palabra y principalmente por sus acciones; y cuando vean que algo está mal, díganlo claramente sin reparos, pero nunca traten de imponer sus ideas a los demás.
No permanezcan inmóviles ante la deshonestidad, la envidia y la mezquindad, ni mucho menos se dejen devorar por tan innobles instintos. Abandonarse a la mediocridad general es lo más cómodo y fácil, pero no les brindará satisfacciones dignas de seres humanos.
Nunca se resignen frente a la injusticia, pero recuerden que la justicia es dar a cada quien aquello que por mérito le corresponde. Quitar a unos lo que es suyo para dárselo a otros es lo mismo que robar, y no es justicia.
Si quieren ayudar a otros a ser felices y a prosperar, primero deben cumplir con su principal misión en la vida, que es buscar su propia felicidad y prosperidad. Si quieren dar amor y respeto, no olviden que deben amarse respetarse a sí mismos.
Tengan en alto valor sus vidas y su libertad, y no pongan en peligro la vida y la libertad de sus semejantes. La vida es el futuro, y esclavizar sería arrebatarles a las personas el futuro. La libertad es un inmenso valor del presente que nos permite tomar nuestras decisiones y buscar la felicidad, quitárselo a la gente es arrebatarle el presente.
El fruto de lo que hicieron en su pasado es su propiedad, material e inmaterial, que deben valorar y cuidar. Asegúrense de sembrar el presente para que, en su futuro, su pasado sea sinónimo de prosperidad y satisfacciones, y no olviden que quien roba, expropia y confisca, está arrebatando a las personas el fruto de su esfuerzo, talento y trabajo, su pasado.
Han elegido el águila como un icono, que es símbolo de libertad y nobleza; sean, pues, como águilas en esta vida.
Es cuanto les puedo decir hoy, con mucho amor e ilusión, a Alejandra, Mariana, Raquel, Paolo y Ryota, nóveles bachilleres del Colegio Cristo Nación.