Aunque predecible, no deja de sorprenderme la actitud francamente autoritaria e intolerante con que varios voceros oficiales y oficiosos del Frente Amplio (FA) se empeñan en desprestigiar a Juan del Granado y Rubén Costas.
Se llenan las bocas con la palabra “unidad” pero ésta se les atraganta cuando no son capaces de contener su frustración por no haber logrado incorporar a ninguno de los dos en lo que muchos consideramos una juntucha electorera o, como diría Fernando Mayorga, una “coalición chicle”
Reclamaron la incorporación de Juan del Granado, primero “por las buenas” y luego afirmando que si no accedía a ser parte estaría demostrando ser “funcional al MAS” Mientras seguían hablando de unidad le exigían que pida disculpas por haber apoyado a Evo Morales como prerrequisito para ser parte de la juntucha, sin percatarse de que millones de bolivianos lo han apoyado en las últimas dos elecciones, y que de lo que se trata es precisamente de comprender, reconciliar y reconquistar toda la esperanza que en su momento generó aquél apoyo, y que hoy se encuentra defraudada.
Sin fundamento alguno, difunden la teoría de que Juan del Granado estaría buscando “perforar la solidez de la oposición”. Pero es evidente que para ellos Juan era bueno si se incorporaba al FA, y al no hacerlo se ha transformado en ex masista, opositor funcional, oportunista y etc.
A Rubén Costas no le va mucho mejor. Si se le pregunta al MAS nos dirán que es un “separatista”, “terrorista”, etc. mientras que para la oposición ultra radical es un “traidor” que ha “pactado con Evo”, lo que le transforma en (para variar) un “falso opositor, funcional al MAS”
El año 2009 la historia era la misma. Pero aquella vez era Manfred que acusaba a Samuel de ser “funcional al MAS”, y se ocupaba de telefonear a los candidatos de Unidad Nacional para que renunciaran a cambio de ser incorporados en Convergencia para las elecciones de 2010. No estar con Manfred era poco menos que un acto de traición a la patria y lo convertía a uno en (otra vez) “falso opositor, funcional al MAS”
Lastimosamente, se constata que el espíritu autoritario e intolerante no es un monopolio del gobierno, sino que está presente en buena parte de la clase política, que no es otra cosa que el reflejo de su sociedad.
La única vía que tendrían, tanto Rubén como Juan, para desmentir la guerra de afirmaciones en su contra, sería incorporándose a la juntucha de Samuel, pues tal parece que los únicos autorizados a expedir certificados de “verdadero opositor” son los del Frente Amplio.
La libertad para pensar y actuar diferente no es condenada con la infamia y la agresión sólo por el masismo, sino también por aquellos que, estando en el campo opositor, se creen con la verdad absoluta en las manos y ceden muy fácilmente a la tentación de pretender que ésta deber ser impuesta, seguida y acatada por todos los demás.
¿Dicen que quieren unidad? Unidad mis polainas. Cuando hablan sobre la “fragmentación del voto opositor” como si ese fuera el único voto que existe en el país, nos están confesando su intención de competir sólo por el tercio de voto clásico de oposición, y su incapacidad de conquistar al electorado que optó por el MAS en elecciones pasadas.
Si Evo Morales se queda sólo con su voto duro, que gira alrededor del 30 por ciento, hay un setenta por ciento restante de electorado más que suficiente para tres partidos de oposición.