En la publicación “El Onegeísmo, Enfermedad Infantil del Derechismo” el Vicepresidente boliviano realiza algunas afirmaciones respecto de los cuestionamientos que los autores de “La Mascarada del Poder” hicieron en torno al proceso de reforma judicial.
En primer lugar, los acusa de repetir “críticas liberales y mojigatas” por reclamar que el proceso de reforma del sistema de justicia boliviano debiera haberse llevado adelante buscando construir un Poder Judicial con la cualidad –seguramente mojigata- de la independencia.
Porque aunque Bolivia mantiene formalmente la estructura republicana de división, equilibro e independencia de los tres poderes públicos (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), en los hechos, la gran cantidad de refugiados en el extranjero (van más de setecientos), muchos de ellos perseguidos políticos, vienen siendo utilizados como pruebas, por parte de movimientos opositores al régimen, de que verdaderamente existiría una suerte de judicialización de la política en el país.
En la misma publicación, García pregunta a sus ex aliados:
…¿independencia respecto a quién?, ¿respecto al pueblo boliviano?, ¿respecto al dinero, a la gran propiedad? El sistema judicial en cualquier parte del mundo siempre tendrá una vinculación directa a una determinación social ineludible. Por eso no es una institución celestial sino es parte del Estado.
La justicia en la mayor parte de los Estados es independiente del pueblo y es dependiente del dinero y de la propiedad, y lo que nosotros queremos, y estamos construyendo, es lo contrario, es decir, que la justicia sea dependiente del pueblo, dependiente de los intereses comunes de todos los bolivianos y bolivianas, e independiente del dinero y de la propiedad.
La llamada “independencia de los poderes”, en este caso del Poder Judicial, es una ilusión liberal creada para encubrir la dependencia real de la justicia hacia el poder económico moderno.
La independencia del Poder judicial, tan agresivamente menospreciada y considerada utópica por García, no es otra cosa que procurar que el único compromiso de los jueces sea para con la justicia, esa dama ciega que utiliza la espada luego de sopesar las pruebas y argumentos, sin mirar condición económica, social, intelectual, étnica o de otras índoles.
La vida de esa dama ha sido desahuciada por el Vicepresidente de Bolivia, quien confiesa que ahora la justicia depende del “pueblo” y de sus intereses. El problema surge cuando nos preguntamos ¿quién es el pueblo? El gobierno boliviano afirma que el pueblo son los movimientos sociales y que los movimientos sociales están en el gobierno. Entonces, por simple transitividad, tendríamos que la justicia depende del gobierno.
Luego afirma que “el Estado, como síntesis del interés común, no puede ni debe perder ante nadie, y que la defensa del patrimonio público está por encima de la defensa del interés privado o personal.”
Aquí se termina de cerrar el círculo: Primero se dijo que ahora el Poder Judicial depende del “pueblo”; basado en una deducción, yo afirmé que eso significaba que dependía del gobierno. En esta cita, ya no es el pueblo, sino el Estado el que sintetiza un supuesto interés común. Pero el Estado tiene representantes e intérpretes de sus intereses que son, precisamente, García y su partido.