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El colectivismo de García

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He estado revisando algunos de los principales escritos del Vicepresidente de Bolivia, y ciertamente se podría escribir todo un libro de refutaciones a sus ideas que, a la vez, muestren una alternativa mucho más fresca, visionaria y constructora de porvenir para el país. En cambio, trataré de comentar algunos párrafos regularmente.

En “El Socialismo Comunitario” el Vicepresidente Álvaro García dice que “En lo ético-moral, el socialismo comunitario se caracteriza por un respeto supremo no al lucro ni al beneficio sino a la vida humana y a la naturaleza; un apego a la comunidad, a la solidaridad, a la fraternidad y al trabajo en equipo como fundamentos de su trabajo, de sus iniciativas y de sus decisiones. El individuo no desaparece, hay un desarrollo de la individualidad, pero se desarrolla en medio del desarrollo de la comunidad: si alguien quiere sobresalir en el barrio que lo haga con todo el barrio, no como una persona aislada sino en medio de la comunidad. Estos valores y percepciones son armónicos con la naturaleza y valoran la comunidad y el trabajo en equipo por encima del egoísmo, el lucro y la competitividad.”

Dentro de las variaciones del colectivismo, Ayn Rand distingue dos corrientes, las místicas y las sociales. Las primeras fueron aquellas que justificaban la servidumbre de los individuos sobre la base de supuestas representaciones o encarnaciones de dioses u otros seres metafísicos, por él o los gobernantes, llámense éstos reyes, faraones u otros. Las sociales son aquellas que sustentan la servidumbre de los individuos frente a la sociedad -o comunidad, generalmente basadas en aquella superstición del vox populi, vox dei. Pero todas guardan una dinámica común de destrucción de la individualidad, la libertad, la vida y los derechos del hombre; todas pretenden negar a las personas la dignidad, la cualidad de ser seres humanos.

Al respecto, Ayn Rand afirma que todos estos sistemas, fruto de las diferentes variantes del colectivismo, han “visto al hombre como un medio sacrificable a favor de los fines de los demás, y a la sociedad como un fin en sí misma.”, han “sostenido que la vida del hombre pertenece a la sociedad, que ésta puede disponer de él como le plazca, y que toda libertad de la que goce sólo le ha sido concedida por gracia, y por el permiso de la sociedad, que puede ser revocado en cualquier momento.”

La sociedad ideal del Vicepresidente boliviano no posee nada de novedoso y, más bien, representa parte de las viejas recetas que han demostrado con creces su efectividad para producir personas miserables que huyen despavoridas de sus países hacia cualquier lugar a donde encontrar un respiro en libertad, y absolutamente inefectiva para satisfacer las necesidades humanas.

Carlos Rangel recuerda a uno de los próceres del terror, que también soñó con la eliminación del individualismo, el egoísmo y el afán de lucro:

Para el Che, […] Los incentivos materiales no serían necesarios, el trabajo sería voluntario, el dinero no existiría, y dentro de la abundancia lograda sin gran esfuerzo en una economía organizada ‘para el servicio y no para el lucro’, cada cual retiraría de los depósitos comunales los bienes y los alimentos necesarios para su subsistencia.”

Queda claro que el sueño de García no se diferencia en casi nada de todo cuanto ya hemos oído, rechazado y combatido.

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