Me precio de no ser de aquellos seres humanos que, de tanto ver estupidez e injusticia, terminan acostumbrándose a la arbitrariedad, y viéndola como algo común, como un asunto normal.
Debo confesar, sin embargo, que me es más fácil reaccionar frente a la imbecilidad cuando la miro… tal vez no en vivo, pero al menos con imágenes y sonido de por medio.
Eso es lo que me ha sucedido con este video, colgado en Youtube, y compartido en Twitter por mi amigo Bernardo Prado, de www.hidrocarburosbolivia.com
Si usted quiere ver la arbitrariedad y el abuso en vergonzosa e indignante acción, de la boca y las acciones de un patán que se comporta cual señor feudal, amo de vidas y haciendas, como aquellos tiranuelos de tribus africanas que ponen a las jovencitas de sus pueblos en fila, para luego elegir cuál será la “afortunada” en convertirse en amante del “señor”, tiene que ver a Hugo Chávez instruyendo expropiaciones.
Este miserable ser humano, llega a una plaza de Caracas como si de un shopping se tratase, y elige e instruye expropiaciones de inmuebles privados como si comprase vestidos, carteras o dulces.
¿Cuánto costó a esas personas -los diabólicos propietarios privados- adquirir o mantener aquel patrimonio que a su majestad se le antoja expropiable? No importa, porque estamos en el gobierno de la “revolución bolivariana”, en que el pueblo es quien gobierna, y el intérprete de su voz y sus deseos es el señor, el amo que se sienta en el trono de Miraflores.
Lo mismo en Bolivia, en Ecuador, en Nicaragua y en Argentina; lo mismo que en Cuba y, en otros tiempos, en Alemania, Italia y la Unión Soviética. Y da lo mismo que el amo vista de militar, utilice corbatas o lleve ponchos; o que le llamen presidente, canciller, emperador, rey o soviet. La indignidad y miseria de sus actos es la misma.
Creen que la autoridad conferida por el voto les da el poder de dioses griegos; tiránicas, arbitrarias y déspotas criaturas que disponen de las vidas y propiedad de los mortales a su gusto y antojo.
Bajo el cobijo de un sistema democrático que ha dejado de proteger a los individuos frente a la servidumbre, estos arrogantes sujetos le quitan a la gente aquello por lo que ha trabajado, sin contemplación ni miramiento alguno.
El ciudadano debe entender que la propiedad es parte de su vida; es el resultado del esfuerzo, talento, trabajo y creatividad invertidos en su pasado, por él, y/o por sus generaciones pasadas. Nadie tiene el derecho de confiscarle aquello, porque eso es robar; y nadie tiene el derecho de expropiarle sus bienes, porque eso es obligarle a vender por la fuerza.
Esas son las “nacionalizaciones”, que no son otra cosa que el Estado robándole a las personas para que los nuevos dueños sean los políticos. Zánganos improductivos que por obra y gracia de expropiaciones y confiscaciones se transforman en los felices administradores de aquello que a otros les costó muchísimo construir.
Se transforman en dueños y ejecutivos de empresas y bienes, sin haber hecho ningún mérito para merecerlo y sin saber nada sobre el negocio, pero con deseos y garras para disfrutarlo.
Aquí le dejo el video en cuestión, para que usted también se indigne: