Legalización de las drogas, también llamada despenalización, es una alternativa a la guerra contra las drogas, que está cobrando gran relevancia ya no sólo a partir de la iniciativa de personalidades como Mario Vargas Llosa y varios ex presidentes latinoamericanos, sino también desde la opinión de autoridades en ejercicio, como el Presidente Juan Manuel Santos de la República de Colombia, quien ha afirmado recientemente que despenalizaría las drogas en su país si esa decisión la acepta y asume el resto del mundo.
Pero no es solamente la urgencia de iniciar un debate sobre la necesidad de encontrar vías alternativas a las ya transitadas por la guerra contra las drogas lo que le está dando renovados bríos, también lo es la evidencia de los resultados después de diez años de legalización en Portugal, y después de la despenalización de drogas suaves en Holanda.
Y es que los datos referidos a una experiencia real de despenalización son muy útiles cuando se trata de discutir frente a personas que se niegan a aprender del antecedente de la ley seca norteamericana, aseguran que el caso de las drogas es muy diferente, y exigen hechos más que teorías para considerar la alternativa.
A esas personas les hago notar que Portugal, al ser el país que puso en práctica la iniciativa por primera vez, no fue tan exigente como ellos, y más bien confió en los argumentos, la lógica y la evidencia del fracaso de la penalización.
Recientemente leí dos artículos muy esclarecedores respecto de los resultados en Portugal y Holanda.
El primero, titulado “La despenalización de las drogas funciona”, publicado por www.elcato.org y escrito por Glenn Greenwald, pone en evidencia que la experiencia portuguesa se muestra exitosa frente a cualquier indicador. El “consumo de drogas en muchas categorías ha disminuido en términos absolutos, incluyendo para grupos demográficos importantes, como el de personas entre los 15 y 19 años. Donde las tasas de consumo han subido, los aumentos han sido modestos —mucho menor a los registrados en otras naciones de la Unión Europea, las cuales insisten en una política de penalización.”
Además en dicha nota se afirma que “Portugal, que tenía uno de los problemas de drogas más graves en Europa, ahora tiene la tasa de consumo de marihuana más baja del continente, y una de las más bajas para cocaína. Todas las otras patologías relacionadas con las drogas, incluyendo el contagio de HIV, hepatitis y las muertes por sobredosis, han disminuido considerablemente.”
El segundo, titulado “Holanda: el país de drogas legales con prisiones vacías”, publicado por www.reporterasdeguardia.com y escrito por Laura Dueñaz, no sólo describe un país con déficit de reos debido, entre otras cosas, a la legalización de drogas suaves como la marihuana, sino que comenta que los planes y discusiones sobre la legalización, ya no del consumo, sino de la producción de cannabis “ocupa a los holandeses recientemente para… ¿adivine?: disminuir los índices de criminalidad” Pero que se enfrentan al problema de que acrecentaría la ausencia de reos en las prisiones generando desempleo entre los trabajadores de las mismas.
Queda sobreentendido que en estos países los mercados negros, las mafias del narcotráfico, los secuestros y los asesinatos, sino se han erradicado por completo al menos han sido reducidos a su mínima expresión.
Tengo ambos artículos en mi página web www.jlizandrocolmos.com, por si le interesa leerlos in extenso.